Tejer es un acto de paciencia. Requiere atención, constancia y amor. Y así también eres tú: alguien que no se rinde, que sabe que las cosas buenas toman tiempo, que entiende que incluso los errores —esas vueltas mal hechas— pueden deshacerse y empezar de nuevo. Me impresiona cómo, sin prisa, vas construyendo algo hermoso desde cero. Y pienso que así también haces con las personas: las envuelves con tu ternura, las cuidas con tus detalles, las abrazas con tus acciones. Que nunca subestimes lo que haces. Porque más allá del hilo, estás tejiendo memorias, afectos, momentos. Y eso, créeme, vale más que cualquier prenda
Lo que haces con el tejido es verdaderamente admirable. Detrás de cada creación hay horas de trabajo silencioso, de concentración y de entrega, que pocas personas valoran realmente. Tejer no es solamente entrelazar hilos, es entrelazar sentimientos, recuerdos y creatividad. Cada diseño tuyo refleja un pedacito de tu alma y nos recuerda que el arte hecho a mano es insustituible. Te felicito porque con tus manos das vida a piezas únicas que nos envuelven de calidez, belleza y tradición
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